martes, 19 de agosto de 2025

CICLOGÉNESIS

En estos días de alertas meteorológicas de todos colores y términos novedosos como “ciclogénesis” que ocurrieron toda la vida, pero hoy todo tiene que sonar apocalíptico así nos quedamos paralizados y no hacemos nada por ninguna causa, me estoy acordando de mi abuela materna, Clara Celia, a quien los nietos llamábamos “Mamy”. Cuando mi papá y mi mamá se iban a pescar al Río San Juan por un fin de semana a bordo de la moto Puma y me quedaba con mi abuela, era una constante que me relatara episodios de tormentas vividas por ella cuando era jovencita, camino a Calingasta. Ella había bautizado a mis padres “Martina Chapanay y Cruz Cuero”, hoy conocidos como bandidos rurales sanjuaninos. Parece que ella no era sólo eso, fue una guerrera de la Montonera del Chacho Peñaloza, entre otras actividades. Me contaba mi abuela, ante mi asombro y disposición a imaginarme esos lugares, esos sucesos, algunos trágicos, que las lluvias veraniegas provocaban aludes en la montaña, en muchos casos con desprendimientos de rocas que cortaban el camino de cornisa.
El río crecía desmesuradamente y corría pendiente abajo arrastrando barro, troncos, con ondas enormes que se abrían paso ensanchando su curso. Y una expresión que me quedó grabada es “Y principió a llover, y a llover, y el aguacero era tan fuerte como baldazos de agua”. La vieja era una criolla con veleidades de descendiente de una princesa huarpe y su lenguaje era acorde con su condición. Tormenta, aguacero, chaparrón, creciente, todas palabras preciosas, pero jamás podría haber pronunciado “ciclogénesis”. Es verdad que esos relatos me transmitían cierta inquietud por la integridad de mis padres, en el caso de que los sorprendiera un evento como aquellos, pero nunca sucedió nada grave. La Martina y Cruz Cuero siempre volvían con alguna trucha o pejerrey que mi mamá cocinaba como los dioses. Y a mí me quedaron recuerdos imborrables de esas historias nocturnas que me contaba la Mamy.

lunes, 21 de abril de 2025

MURIÓ BERGOGLIO PAPA

Esto escribí en 2018, en el aniversario del papado de Francisco y lo publiqué en un perfil de Facebook. Lo comparto aquí antes de que me lo censuren allí.

Ya saben, soy una mona y por lo tanto, asocial, atea, en fin... Pero recuerdo que en 2013, a ocho días de la muerte de Hugo Chávez, los cardenales del mundo eligieron a Jorge Bergoglio como papa de la cristiandad católica. Mi desazón fue enorme porque relacioné ambos hechos (y sí, soy la mona que piensa) y tuve el convencimiento de que se venía, especialmente para Latinoamérica, un siniestro vuelco a la derecha, si me permiten el oxímorom. Aquí la derecha celebró tener un papa argentino, para muchos seguía siendo Bergoglio, asociado a la cúpula de la iglesia que colaboró con la dictadura cívico militar eclesiástica, investigado y denunciado por Horacio Verbitsky. Poco tiempo después se dio vuelta la taba y muchas personas progresistas empezaron a reivindicar al nuevo Bergoglio devenido Francisco, el papa peronista, revolucionario, progresista. Otro oxímorom, católico y revolucionario, no me jodan, la institución más retrógrada de la historia mundial necesitaba una lavadita de cara y bueno, Francisco estaba en eso. Así que, por estas latitudes, criticarlo se volvió complicado. ¿Cómo te vas a tirar contra el papa si estuvo dos horas sonriente con Cristina y veinte minutos con cara de culo con Macri? Por supuesto, la derecha comenzó a odiarlo y a desprestigiarlo, remarcando su condición de "peronista" y su amistad con ciertos representantes del "campo popular".

Ahora que el gobierno de Macri (sin importarle un ápice la vida de las mujeres pobres, ni la salud pública, ni nada que tenga que ver con los aspectos humanos y sociales de la despenalización del aborto, ni con el feminismo, ventila un proyecto de ley, y que alguno de sus funcionarios cuestiona los abultadísimos sueldos de los obispos, cosa que los ateos siempre hicimos, además de proponer la abolición del Art. 2 de la Constitución Nacional -El Gobierno federal sostiene el culto católico apostólico romano- y la apostasía colectiva como forma de reducir los subsidios que la IC recibe del Estado), digo, en este contexto, y en respuesta al saludo de felicitación de parte de Macri, Panchito nos manda una carta conciliadora y pide perdón por algunos gestos suyos que puedan haber ofendido (al poder, entiéndase, no seamos ingenuos, al poder al que por naturaleza pertenece la iglesia que representa, del que no le conviene diferenciarse, mucho menos, combatirlo "revolucionariamente" cual Che Guevara consagrado) Me gustaría saber qué opinan los compañeros y compañeras que se volvieron papistas.

 Hoy, 2025, como atea y apóstata sigo pensando que la Iglesia católica y los dogmas que sostiene son lo más retrógrada que puede existir, no hay papas buenos, y los curas de la "opción por los pobres", puede ser que hagan alguna obra buena, pero mantienen el statu quo.



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jueves, 6 de febrero de 2025

MISCELÁNEAS ESDRÚJULAS

 PÁRAMO

Cuando ellos lleguen desde las estrellas y posen sus naves en este campo, nada encontrarán. Unas totoras secas sobre la greda de lo que fue la laguna; plástico inerte, alguna herradura carcomida por el óxido, huesitos tristes. Silencio de pájaros, vacío de nidos.



SUBTERRÁNEO

¡Por fin llegamos a la estación Carlos Pellegrini! Aquí se baja la mayoría, hace un calor de locos y mucho mal humor. 

El pibe del sombrero de pana con una pluma fucsia parece una cigüeña con ese pescuezo largo, o una jirafa. No, más bien un personaje de un cuadro de Modigliani. Es un joven viejo, anacrónico, con ese atavío pasado de moda. Y viejo malhumorado, porque viene peleándose con otro pasajero, dice que lo empuja cada vez que baja y sube gente en las estaciones. Ahora el otro, con toda intención, le dio un codazo que casi lo tira al suelo, y el flaco de sombrero chilló de lo lindo. Se abalanzó sobre un asiento vacío. Bajé pero no pude olvidar su aspecto, un tipo así, con esa pluma fucsia en el sombrero llama la atención. Más tarde me lo crucé en un bar, y otro bicho raro como él le decía: “Tenés que ponerte una rosa en el ojal”. “No, mejor un clavel” respondió el flaco. Cuando pasó a mi lado me empujó porque sí. Un chiflado.