miércoles, 17 de agosto de 2011

ANTES QUE TERMINE EL 17 DE AGOSTO

Qué difícil es no caer en lugares comunes cuando se trata de homenajear a San Martín. Crecimos imaginándolo montado sobre un corcel blanco en la inmensidad de unos Andes de telón. O creyendo que nació General, y que todo lo tenía resuelto como por arte de magia.
¿Cuándo nos pusimos a pensar que la obra por la que trascendió sólo pudo lograrla por tener muy claro contra quién y contra qué luchaba? A partir de ahí se puso a trabajar. También creímos toda la vida que los hombres de antes eran geniales y que las cosas se hacían solas. San Martín empezó su carrera militar a los doce años, y para llegar a cruzar los Andes tuvo que movilizar a muchísima gente. Y pelearse con los que estaban en su contra por intereses económicos o de clase. Y desobedecer a los gobernantes.



¿Cuándo nos enteramos de que el gobierno de Buenos quiso abortar la Campaña al Perú para que San Martín sofocara a los federales de Artigas que “molestaban” a los porteños? El pobre Artigas tenía que pedir ayuda a Buenos Aires porque, del otro lado, los portugueses no descansaban en su afán imperialista sobre la Banda Oriental. A buen puerto iba por leña…
Pero San Martín, desde Mendoza, contestó al Director Supremo que tenía un ataque de gota. A vuelta de correo le llegó la destitución como gobernador. No le importó: él tenía claro su objetivo, y tenía a la gente del pueblo en su apoyo. Continuó con la campaña al Perú hasta las últimas consecuencias.
¿Quién nos explicó que en realidad San Martín se retiró de la lucha cediéndole el lugar a Bolívar, no porque fuera “menos político” como escuchamos por ahí, o porque fuera un mal estratega? Esa fue solo una cuestión de poder, y San Martín había perdido el apoyo material del gobierno porteño. No bastaba la genialidad: hacía falta dinero, ropa, alimentos, armas para mantener un ejército vencedor. Bolívar contaba con talento y todo lo demás, y San Martín, fiel al proyecto de la Patria Grande reconoció en Bolívar a su continuador.
Así tenemos que recordarlo, y preguntarnos para nuestra vida de hoy, desde nuestro lugar, qué objetivos tenemos, quiénes están de nuestro lado y contra quién debemos luchar; saber pedir ayuda, no perder tiempo ni energías en luchas equivocadas. Desobedecer a los que quieren confundirnos, y seguir adelante, seguramente no sobre un brioso caballo blanco, sino mas bien tosiendo como asmáticos en la grupa de una mula…


Cuando mi hija mayor cursaba quinto grado de la escuela N° 86 del Barrio La Esperanza, de Hurlingham, en 1991, su maestra, Rosario Cisneros, recientemente fallecida, me convocó para ayudarla a organizar un número artístico con los alumnos, en el acto conmemorativo del 17 de Agosto. Se me ocurrió escribir una pequeña obra de teatro, pero me interesaba poner de manifiesto esos aspectos revolucionarios de José de San Martín, que a los chicos sedujeron rápidamente, porque descubrieron un matiz humano de aquel prócer distante y broncíneo que se les transmitía desde el preescolar. Así fue que Oscar, Lucas, Eduardo, Sergio,  Andrea, Mariela y Patricia se ofrecieron como actores para representar la obra, y los ensayos se hicieron en mi casa. Luego lo de siempre, las mamás inventando trajes y birretes, y maquillajes para poner barbas y bigotes a esas caritas lampiñas. Fue una experiencia hermosa, y llegado el día del acto, se lucieron todos. La maestra delegó en mí la tarea, en un gesto de confianza absoluta, si bien yo le mostré el texto de la obra, ella la aprobó y dejó que yo llevara adelante todo. 

Sin embargo, eran momentos de plena vigencia del Neoliberalismo menemista; no era conveniente despertar el germen de la rebeldía en los niños, ni mucho menos propiciar la libertad de pensamiento, ni el espíritu crítico, ni la creatividad. La directora de la escuela, recuerdo que se llamaba Alicia, pero la pobre era tan mediocre que he olvidado su apellido, pocos días después llamó severamente la atención de la maestra, por el contenido de la obra de teatro que habían representado sus alumnos. 
A continuación, la obra de teatro subversiva que salió de mi inspiración:



PERSONAJES: Alumna 1 y Alumna 2; Maestra; San Martín; Rondeau; Artigas; Juan Pueblo.


MAESTRA: Y ahora, dos alumnas de quinto grado recitarán una poesía en homenaje al Padre de la Patria.

ALUMNA 1:  “ El Héroe Niño:  Un niño americano
                                                   se educaba en Madrid …

ALUMNA 2:                          …porque en su tiempo España
                                                  era la dueña aquí…”  (1)

SAN MARTIN: ( Ingresa, interrumpiendo) ¡Ufa, siempre lo mismo! Hace años que escucho y veo las mismas cosas en estos actos...

MAESTRA: ¡General San Martín!

SAN MARTIN: (dirigiéndose a las alumnas) ¿Les gustaría que les cuente una travesura mía que no es muy conocida?

ALUMNAS 1 y2: ¡Sí, por favor!

SAN MARTIN: ¿Me permite, señorita maestra!

MAESTRA: Sí. General San Martín. Siéntese, por favor(le acerca una silla. Las alumnas se sientan en el piso, frente al Gral. San Martín)

SAN MARTIN: Ustedes saben que hace muchos años me tocó organizar en Mendoza, el Ejército para cruzar Los Andes. Eso llevó mucho tiempo, y costó muchos sacrificios. La gente criolla puso todo su corazón en esa campaña, porque había que pelear contra los españoles que querían seguir siendo los dueños aquí.  Una mañana recibí una carta que venía de Buenos Aires. Era de Rondeau, el Director Supremo.

ALUMNA 2: ¿Director Supremo?

SAN MARTIN: Sí, algo así como el Presidente (ingresa Rondeau), y la carta decía...

RONDEAU: Mi querido General, va a tener que venirse a Buenos Aires. Anda ese criollo Artigas de la Banda Oriental. Tiene ideas muy raras ese hombre...

ARTIGAS:(entrando) Claro. Le parece raro que yo quiera que la tierra sea para los que la labran. Que cada provincia tenga su independencia, sin pedirle permiso a Buenos Aires para cualquier cosa...(se va)

RONDEAU: Véngase, General , que a ese uruguayo le vamos a tener que dar un escarmiento (se va)

ALUMNA 1: ¿Y usted qué hizo, Don José?

SAN MARTÍN: Yo le contesté al Director con una mentirita. Le mandé una carta diciéndole que estaba enfermo, que tenía una flor de gripe y que me era imposible viajar a Buenos Aires. ¿Cómo iba a usar mi ejército para pelear contra Artigas, que era un hermano y también luchaba contra los españoles, como yo?

MAESTRA: Qué importante es saber quiénes son nuestros amigos y quiénes no.

SAN MARTIN: Por supuesto. Por eso me quedé en Mendoza, juntando gente, juntando ropa abrigada, alimentos, mulas y caballos para cruzar Los Andes. Eso era lo que más importaba en esos tiempos.

MAESTRA: Pero, Don José, a los chicos les enseñamos a no mentir...

SAN MARTÍN: Así es, hija, pero lo que yo hice fue una pequeña travesura, lo que se dice una mentira piadosa. No se preocupe, porque los niños entienden las cosas con el corazón, más que con la cabecita.

(Entra Juan Pueblo)

ALUMNA 1: ¿Y usted, señor, quién es?

JUAN PUEBLO: Yo soy Juan Pueblo, y quiero dedicarle al General San Martín estos versos del Martín Fierro:

                                        Los hermanos sean unidos
                                        porque esa es la ley primera
                                        tengan unión verdadera
                                        en cualquier tiempo que sea
                                        porque si entre ellos pelean
                                        los devoran los de afuera.


                                               FIN

(1) "El héroe niño" es una poesía escrita por el poeta y periodista Germán Berdiales (1896-1975), y la copio a continuación: 


El héroe niño

Un niño americano
se educaba en Madrid
porque en su tiempo, España
era la dueña de aquí.
Apenas trece años
estaba por cumplir
cuando honroso uniforme
quiso el niño vestir.
Marchó a tierra de moros
para ir a recibir
el bautismo de fuego
y ser soldado al fin.
En el sitio de Orán
se le vio combatir
por treinta y siete horas
soportó el fuego allí.
Y era poco más alto
que su propio fusil.
Se llamaba José,
José de San Martín.
                            Germán Berdiales




8 comentarios:

  1. Que bueno que los niños pudieran comprender que Don José de San Martín fue una persona común y corriente como cualquier otra, como nosotros, pero con un valor y unos güebos más grande que la fortuna de los imbèciles de turno o sus antecesores, y una pequeña diferencia, fue un servidor público, es decir, puso su vida al servicio de sus semejantes y además hipotecó su vida por sus ideales. Ojalá los niños supieran que el gobierno de turno, uno más, libro captura sobre él, le suspendiò su sueldo de militar y fue considerado desertor, y terminó sus días en la miseria, en tierras extrañas y ovidado, sin embargo años despuès, Mitre, otro imbècil de turno, lo nombrò padre de la patria porque eso favorecia sus intereses mezquinos. Su amigo personal O'Higgins y S. Bolivar terminaron sus dìas de forma similar, sera pura coincidencia ?. Pero, bueno está bien, ahora todos los 17/08 se corren hasta el viernes/lubnes próximo inmediato para ......, para que era que se hacìa eso ?, Ojalà los niños supieran ...

    firmado TIM DOLENTE

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  2. Gracias por tu comentario, "TIM DOLENTE", lástima no saber quién sos...comparto algunas de tus interrogantes.

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  3. Hola Laura soy Daniel, que bueno que te haya gustado mi comentario ...

    TIM DOLENTE

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  4. Imagino Laura que los chicos en el juego y la verdad, fueron aprendiendo.... muy bien!!!!!
    RAFAEL CALOMINO

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  5. gracias por compartir tu obra, quiero dramatizarla si me lo permites

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    1. Desde ya que, una vez público, yo no controlo lo que se haga con este texto, desde ya que si te agradó, podrás dramatizarlo. Lo único que me molesta un poco es conversar con alguien anónimo, que no se identifica, pero adelante...

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  6. Inolvidable recuerdo esa
    Obra de teatro los ensayos con mis amigos y esa mamá creativa ,generosa y popular

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    1. Mi anónima hija protagonista de esta historia, Patricia.

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