jueves, 10 de noviembre de 2022

DE FRANCO LUCIANI AL ALLEGRO DI FIOCCO

De Franco Luciani al Allegro di Fiocco Hace una semana reservé una entrada para ver a Franco Luciani en su recital de festejo por sus veinte años con la música, invité a algunas personas por si querían ir conmigo pero no podían, así que me decidí a ir sola. En el Centro cultural Kirchner sólo hay que mostrar un código QR para acceder al espectáculo. Sabía que debía estar con una hora de anticipación, pero me confundí y exageré un poco, así que aproveché para buscar y comprar unas cosas que necesitaba. Llegué a la estación Alem del subte B y me dispuse a tomar un café para hacer tiempo, una media hora. Recordé que cuando hacía el trayecto desde el laburo por Paseo Colón, la plaza detrás de la Casa Rosada y luego Alem, había una cantidad de cafés y restaurantes por la recova. Esta vez, nada: todos locales cerrados. Caminé hasta Lavalle, nada. Un poco antes de la pandemia de Covid fui con mi nieta a un cine de Puerto Madero y luego tomamos la merienda por las inmediaciones de Corrientes y Alem, pero prácticamente nos echaron a las seis de la tarde. Me volví hasta Sarmiento y casi me descompuse por el olor a baño público en todo el trayecto, y además se empezaba a poner oscuro. Parece que a Larreta no le interesa mantener limpia esa zona, porque si no ya habría ido una cuadrilla con una hidrolavadora. Lo que sí parece que limpiaron fue a las personas que solían vivir ahí, con sus colchones y demás enseres, no vi a ninguno. Estuve un rato sentada frente al monumento a Juana Azurduy, tomé algunas fotos, dos mujeres que estaban allí me preguntaron cómo llegar a la catedral y se los indiqué. Eran de General Pirán, cerca de Mar del Plata. A la más joven le pedí que me sacara una foto con Juana detrás. No entiendo por qué siguen haciendo monumentos de bronce que se pone verde y negro, horrible.
Entré al CCK para ir al baño. Hace unos meses estuve, era impecable, pero ahora se notan los recortes en los gastos del Estado: no había jabón ni papel, y no estaba muy limpio. Luego consulté dónde sería el evento y me lo indicaron (hay muchos chicos jóvenes que trabajan allí y son muy amables), pero me dijeron que el show comenzaría a las 21. - En la página de Internet dice a las 20. - No, señora, es a las 21. Calculé que si empezaba a las 21 no duraría menos de dos horas, por lo tanto iba a tener que volver a Hurlingham en el tren de la 1 de la mañana, y realmente no tenía ganas de hacerlo. Así que cancelé la entrada para que la pudiera aprovechar otra persona (se habían agotado rápidamente) Me dio bronca, volví a mirar la página del CCK y sí, efectivamente, el espectáculo estaba programado para las 21, pero el diseño tiene algo confuso: entre el número veinte por los veinte años del festejo, y el horario de un evento anterior, más que en la entrada dice claramente que a las 20 hay que estar allí, en fin, nadie está obligado a aducir su propia estupidez, pero en mi defensa puedo decir que no estaba muy clara la cosa.
Lo bueno es que no me enojé conmigo misma como solía hacerlo en situaciones parecidas. Y emprendí el regreso, sentada en el tren de 19.40. Un muchacho con su violín tocó muy bien un par de piezas, primero música barroca y luego algo popular que no identifiqué. Saqué un billete para darle, además de los aplausos, entonces le pregunté qué era lo primero que sonó y me dijo “Allegro di Fiocco”. No le entendí, me lo tuvo que repetir. Yo creí que sería algo de Bach, o de Vivaldi, pero no, era de un músico barroco que yo no conocía: Joseph Héctor Fiocco, un belga que apenas vivió 38 años. Así que le agradezco al violinista del Urquiza por habérmelo presentado. Ahora estoy viendo el show por Youtube, tomándome un Campari y en chancletas. Pero estaba confuso nomás, se nota en la foto.

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