martes, 19 de agosto de 2025

CICLOGÉNESIS

En estos días de alertas meteorológicas de todos colores y términos novedosos como “ciclogénesis” que ocurrieron toda la vida, pero hoy todo tiene que sonar apocalíptico así nos quedamos paralizados y no hacemos nada por ninguna causa, me estoy acordando de mi abuela materna, Clara Celia, a quien los nietos llamábamos “Mamy”. Cuando mi papá y mi mamá se iban a pescar al Río San Juan por un fin de semana a bordo de la moto Puma y me quedaba con mi abuela, era una constante que me relatara episodios de tormentas vividas por ella cuando era jovencita, camino a Calingasta. Ella había bautizado a mis padres “Martina Chapanay y Cruz Cuero”, hoy conocidos como bandidos rurales sanjuaninos. Parece que ella no era sólo eso, fue una guerrera de la Montonera del Chacho Peñaloza, entre otras actividades. Me contaba mi abuela, ante mi asombro y disposición a imaginarme esos lugares, esos sucesos, algunos trágicos, que las lluvias veraniegas provocaban aludes en la montaña, en muchos casos con desprendimientos de rocas que cortaban el camino de cornisa.
El río crecía desmesuradamente y corría pendiente abajo arrastrando barro, troncos, con ondas enormes que se abrían paso ensanchando su curso. Y una expresión que me quedó grabada es “Y principió a llover, y a llover, y el aguacero era tan fuerte como baldazos de agua”. La vieja era una criolla con veleidades de descendiente de una princesa huarpe y su lenguaje era acorde con su condición. Tormenta, aguacero, chaparrón, creciente, todas palabras preciosas, pero jamás podría haber pronunciado “ciclogénesis”. Es verdad que esos relatos me transmitían cierta inquietud por la integridad de mis padres, en el caso de que los sorprendiera un evento como aquellos, pero nunca sucedió nada grave. La Martina y Cruz Cuero siempre volvían con alguna trucha o pejerrey que mi mamá cocinaba como los dioses. Y a mí me quedaron recuerdos imborrables de esas historias nocturnas que me contaba la Mamy.